Caminaba Juan,
caminaba Juana,
todos los Juanitos,
que habían nacido
bajo de una piedra,
todos chiquititos.
Todas las mañanas
dibujaban soles
para sus caminos,
que eran siempre largos,
empezaban calmos
seguían tranquilos.
Todos los Juanitos,
caminaba Juan,
caminaba Juana,
jugando a la sombra
de los matorrales
de la mejorana.
Se enfermó un Juanito
y se fue de boca
sobre oscura piedra;
le alcanzaron agua
y una cataplasma
con hojas de hiedra.
Le subió la fiebre,
le subió el silencio,
le bajó la escarcha,
todos caminaron
hasta una salita
con urgente marcha.
Lo atendió un Juanote,
que usaba una lupa
y anteojos de aumento,
y lo vio muy grande
para haber nacido
el último invierno.
Le dio una pizquita
de ruda marchita
para el mal de ojos,
dijo que cumplieran
todos sus deseos,
todos sus antojos.
Y como lloraban
todos los Juanitos
por el indispuesto,
a aquel le brotaron
nuevos corazones
que eran sus repuestos.
Iban de regreso
los Juanes más grandes,
los Juanes pequeños;
yo los vi pasar
mientras caminaba
caminos costeños.
Caminaba Juan,
caminaba Juana,
todos los Juanitos,
que habían nacido
bajo de una piedra
todos chiquititos.
María Cristina Ramos
Caminaditos
Los Cuatro Azules
Madrid, octubre 2013
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